El edificio Legorburo, un desafío comercialCada vez que se produce una iniciativa a favor del desarrollo del comercio del centro -como está ocurriendo ahora- recordamos con sorpresa que no se cite el edificio Legorburo, emblemático y fantasmal en la calle Ancha, eje sentimental de las Cuatro Esquinas y cuyo perfil es representativo de la arquitectura de los años 30. Hemos venido confiando en que alguien se eche p´alante y trate de recuperar este icono de la zona, que tuvo enfrente por poco tiempo nada menos que al Teatro Cervantes con sus catorce palcos y sus 416 butacas, inaugurado el día de San José de 1919 con una obra de Benavente y que cerró sus puertas en 1935, no se lo van a creer, con otra comedia de don Jacinto representada por una compañía amateur.
Mientras desaparecía el templo de Talía, ese mismo año se emprendían las obras de la torre. Dirigió la construcción, con José Luís García Pellicer, el arquitecto Baldomero Pérez Villena, que llegaría a vivir en el edificio, auxiliado por los aparejadores Eugenio Vidal Frías que -agárrense- era también ingeniero técnico de Obras Públicas, ingeniero técnico industrial, farmacéutico y profesional del comercio en la calle Mayor- y Antonio Cervera Herreros, otra lumbrera, pues pertenecía al Cuerpo Técnico de la Administración del Estado y era liquidador de Utilidades. Ese equipo tiró para arriba -nunca mejor dicho- con el proyecto, hasta dejarlo con su fisonomía exterior actual, porque en el interior se produjeron sucesivos cambios en función del comercio que lo sostenía, en último término la famosa ferretería que le dio carácter a la espléndida casa. Quiero recordar también -si valen las anécdotas- que allí rodó su película 'En provincia', el malogrado Ramón Gómez Redondo, con una Marisa Paredes en plena juventud, el protagonista Francisco Merino, un Luis Ciges desconocido entonces, el magnífico Antonio Gamero -que murió hace un año- con improvisados actores locales, entre ellos la periodista Nati Gómez, hermana del director, y la también periodista Ana Barceló, actualmente en la Diputación de Cádiz. El guión era de Rafael García Serrano y Rafael J. Salvia. Las cámaras recorrieron el recinto, convertido en un plató -como otros de la ciudad, entre ellos el Pasaje Lodares- después de que sonaran las siete en los tres relojes clásicos de la ciudad, el del viejo Ayuntamiento, el de la Diputación, y el de la Plaza Mayor, primera secuencia del filme.
Historia
La historia del edificio, en el plano sentimental, no tiene desperdicio. Pero tuvo también su 'duende' el proceso, porque la ejecución de las obras se acogió a la llamada 'ley Salmón' de 1934, promovida por Federico Salmón, ministro de Trabajo, Sanidad y Previsión Social, que asumió desde el gobierno de CEDA lo que habría de ser un importante viraje que afectaba a proyectos de reforma interior muy alejados de los planes de extensión existentes. Y es curioso el argumento que la sostuvo, que habría servido hoy mismo: la lucha contra el paro, el azote que nunca cesará.
El inmueble disfrutaría de una ventaja oficial establecida, nada menos que la exención de impuestos durante cincuenta años. Por supuesto, las nuevas normas tuvieron un efecto inmediato en toda España -sobre todo en Madrid-, pues se produjo una reacción en el sector, con una demanda intensa de licencias de construcción mientras se revalorizaban los terrenos, favorecidos por las ventajas fiscales. El proyecto Legorburo supo aprovechar la ocasión; ya era una torre 'salmón'. Fue la consecuencia de uno de los episodios históricos destacados de la arquitectura de la época.
A este edificio se refiere Elia Gutiérrez Mozo en su espléndido libro 'Paseos de Arquitectura por la ciudad de Albacete', editado por 'La Siesta del Lobo' para la Librería Popular. «Es un paradigma del más depurado racionalismo, que representa en Albacete lo que el edificio Capitol en la Gran Vía madrileña. Si Le Corbusier había definido la arquitectura como juego sabio y soberano de los volúmenes bajo la luz, el Edificio Legorburo es un magnífico exponente de esta idea: pues es la plasticidad de sus cuerpos muy matizados la que le confiere su fuerza y elegancia casi mendelsohnianas».
En 2001, la cadena Inditex, y en el 2007 el promotor sueco H&M, intentaron su instalación, sin éxito.
Hace unos meses se rumoreó la posibilidad de la recuperación de la planta baja por una empresa textil. Era una gran noticia que no se confirmó, después de una larga etapa de clausura que sin duda sigue teniendo repercusión en el ambiente comercial de la zona, aislando al resto de tiendas de este eje urbano que merece el mayor apoyo. Si hubiese un proyecto serio de rescate, no hay duda de que iba a favorecer el clima tradicional de esa calle por tantos motivos Ancha, sin serlo físicamente demasiado -es que las demás eran más estrechas- foco de atracción de los albacetenses y un complejo emblemático, referente de nuestra primerísima vocación mercantil. Hablar del edificio Legorburo debe ser sinónimo de una voluntad empresarial seria que se atreva a romper las barreras que impiden que el 'faro' vuelva a alumbrar una vieja ruta de progreso. La imagen de abandono e impotencia resulta vergonzante si hay que hablar del rescate del comercio del centro, y de organismos públicos, federaciones y cámaras empresariales que algún papel podrían asumir en la operación, desatascando los obstáculos que lo impiden.
http://www.laverdad.es/albacete/v/20120624/albacete/edificio-legorburo-desafio-comercial-20120624.html