El 'faro' de las Cuatro EsquinasEl pasado domingo cerré la Fonda del Reloj, réplica periodística del establecimiento que existió realmente, primero en la calle Salamanca y finalmente en el Paseo Alfonso XII, actual de la Libertad. En él se hospedaron famosos personajes albaceteños y artistas que actuaban en el Teatro Circo. Venía a completar, con otro estilo hostelero, el importante papel de las numerosas posadas de la villa. Nuestra versión de la Fonda a lo largo de un año, introdujo en una página dominical acontecimientos locales, gente de aquí y documentos relevantes.
Desde hoy, cerrado el hospitalario local, iniciamos un nuevo ciclo acompañados nada menos que por Pandora, el mito griego que recuperamos para abrir con ella, no solo la insólita caja que tiene atribuida en su atormentada y fantástica existencia, sino todas aquellas cuyo contenido, de cualquier especie, situación y época -pero siempre con una referencia histórica albaceteña- que valga la pena descubrir. El término 'caja' es una deformación renacentista, pues lo que tenía esta mujer terrible era un ánfora que al destaparla se esparcían todas las desgracias humanas. En nuestro caso no faltarán otros jarrones menos trágicos, y hasta optimistas y felices según los tiempos de que se trate.
De los años 30
Esta vez, Pandora y yo abrimos una caja muy local y salta al primer plano el perfil del edificio Legorburo, 'faro' de las Cuatro Esquinas, monumento de la arquitectura de los años 30, confiando en que. Entretanto, alguien se eche p´alante y trate de rescatar este icono de la Calle Ancha, que tuvo enfrente por poco tiempo nada menos que al Teatro Cervantes con sus catorce palcos y sus 416 butacas, inaugurado el día de San José de 1919 con una obra de Benavente y que cerró sus puertas en 1935, no se lo van a creer, con otra comedia de don Jacinto representada por una compañía amateur. Mientras desaparecía el templo de Talía, ese mismo año se emprendían las obras de la torre. Dirigió la construcción, con José Luís García Pellicer, el arquitecto Baldomero Pérez Villena, que llegaría a vivir en el edificio, auxiliado por los aparejadores Eugenio Vidal Frías que -agárrense- era también ingeniero técnico de Obras Públicas, ingeniero técnico industrial, farmacéutico y profesional del comercio en la calle Mayor- y Antonio Cervera Herreros, otra lumbrera, pues pertenecía al Cuerpo Técnico de la Administración del Estado y era liquidador de Utilidades. Ese equipo tiró para arriba -nunca mejor dicho- con el proyecto, hasta dejarlo con su fisonomía exterior actual, porque en el interior se produjeron sucesivos cambios en función del comercio que lo sostenía, en último término la famosa ferretería que le dio carácter a la espléndida casa. Quiero recordar también -si valen las anécdotas- que allí rodó su película 'En provincia', el malogrado Ramón Gómez Redondo, con una Marisa Paredes en plena juventud, el protagonista Francisco Merino, un Luis Ciges desconocido entonces, el magnífico Antonio Gamero -que murió en el pasado julio- con improvisados actores locales, entre ellos la Nati Gómez, hermana del director, y la periodista Ana Barceló, actualmente en la Diputación de Cádiz. El guión era de Rafael García Serrano y Rafael J. Salvia. Las cámaras recorrieron el recinto, convertido en un plató -como otros de la ciudad, entre ellos el Pasaje Lodares- después de que sonaran las siete en los tres relojes clásicos de la ciudad, el del viejo Ayuntamiento, el de la Diputación, y el de la Plaza Mayor, primera secuencia del filme.
Ley Salmón
La historia del edificio, en el plano sentimental, no tiene desperdicio. Pero tuvo también su duende el proceso, porque la ejecución de las obras se acogió a la llamada 'ley Salmón' de 1934, promovida por Federico Salmón, ministro de Trabajo, Sanidad y Previsión Social, que asumió desde el gobierno de CEDA lo que habría de ser un importante viraje que afectaba a proyectos de reforma interior en una ciudad muy alejados de los planes de extensión. Y es curioso el argumento que la sostuvo, que habría servido hoy mismo: la lucha contra el paro, el azote que nunca cesará.
El inmueble disfrutaría de una ventaja oficial establecida, nada menos que la exención de impuestos durante cincuenta años. Por supuesto, las nuevas normas tuvieron un efecto inmediato en toda España -sobre todo en Madrid-, pues se produjo una reacción en el sector, con una demanda intensa de licencias de construcción mientras se revalorizaban los terrenos, favorecidos por las ventajas fiscales. El proyecto Legorburo supo aprovechar la ocasión; ya era una torre 'salmón'. Fue la consecuencia de uno de los episodios históricos destacados de la arquitectura de la época.
A este edificio se refiere Elia Gutiérrez Mozo en su espléndido libro 'Paseos de Arquitectura por la ciudad de Albacete', editado por La 'Siesta del Lobo' para la Librería Popular. «Es un paradigma del más depurado racionalismo, que representa en Albacete lo que el Edificio Capitol en la Gran Vía madrileña. Si Le Corbusier había definido la arquitectura como juego sabio y soberano de los volúmenes bajo la luz, el Edificio Legorburo es un magnífico exponente de esta idea: pues es la plasticidad de sus cuerpos muy matizados la que le confiere su fuerza y elegancia casi mendelsohnianas».
Hace unos meses se rumoreó la posibilidad de la recuperación de la planta baja por una empresa textil. Era una gran noticia que no se confirmó, después de una larga etapa de clausura que sin duda sigue teniendo repercusión en el ambiente comercial de la zona, aislando al resto de tiendas de este eje urbano que merece el mayor apoyo. Si el proyecto de rescate siguiera adelante algún día, no hay duda de que va a favorecer el clima tradicional de esa calle por tantos motivos Ancha, sin serlo físicamente demasiado -es que las demás eran más estrechas- foco de atracción de los albacetenses y un complejo emblemático, referente de nuestra primerísima vocación mercantil. Hablar del edificio Legorburo debe ser sinónimo de una voluntad empresarial seria que se atreva a romper las barreras que impiden que el 'faro' vuelva a alumbrar una vieja ruta de progreso. La imagen de abandono e impotencia resulta vergonzante si hay que hablar del rescate del comercio del centro, y de organismos públicos, federaciones y cámaras empresariales que algún papel podrían asumir en la operación, desatascando los obstáculos que lo impiden.
http://www.laverdad.es/albacete/v/20110109/albacete/faro-cuatro-esquinas-20110109.html